Diario de un superviviente en el desolado Santo Domingo
Día 1

Los diarios apenas tuvieron tiempo para reaccionar a la Gran Pandemia, las señales estuvieron manifestándose de forma intermitente durante toda la semana. La realidad es que no estábamos preparados, y a la vez lo estábamos, pero realmente… quien podría prepararse?
Hoy es el primer día después del Día D, y ahora solo quedamos un puñado de supervivientes atrincherados en las afueras de lo que en el mundo de antes se conoció como el Gran Santo Domingo. Hoy desolado y dejado a su suerte…
Las últimas señales de la radio daban cuenta de una enfermedad que se había propagado por todo el país, y alertaban a los aún no infectados a hacerse de provisiones y refugio hasta tanto las autoridades retomaran el control de la situación. Las comunicaciones hacia el interior de la ciudad ya han cesado, presumimos la ausencia total de autoridad. Podremos cruzar los semáforos en rojos, ya ni hay limpiavidrios, ni mendigos pidiendo en las calles, se puede comer una calle de una vía completita, echar carrera con motores en las aceras, e incluso darse a la aventura de visitar el monumento a Fray Antón de Montesinos sin ser asaltado, la nueva Ley se ha impuesto.
Los servicios básicos como electricidad, agua, celular y cable son esporádicos. Pero previo a la Gran Pandemia ya lo eran, por lo que nos resulta imposible determinar si es lo mismo de siempre o los estragos que ha dejado la enfermedad a su paso. Por suerte… siempre estuvimos preparados para que nada nunca funcione.
Algunos sobrevivientes se refieren a la enfermedad como Bañismo. En un principio era excéptico referente al término, pero varias manifestaciones previas al Día D no me dejan pensar en otra cosa que no fuera en la certeza de esto. En los albores de la Pandemia se podían observar miles de personas atrincheradas en las Iglesias en las celebraciones de Pascua, hoy las Iglesias lucen desiertas. Todos infectados… todos… bañistas.
Los últimos reportes daban cuenta de las hordas partiendo en todas direcciones como guiadas por una fuerza del más allá. Ya no eran ellos, no eran humanos, eran como robots u hormigas guiadas sin sentido no más que por puro instinto. Uno del grupo de supervivientes afirma haber detenido a un bañista instalando una piscina plástica en el patio de su casa, pero no confío en ese tipo, es muy fanfarrón, seguro solo lo dice para hacer creer que tiene una piscina. Privón.
Las raciones son escasas, y la realidad es que como no le creí a las autoridades (quien alguna vez lo hizo en el otrora Santo Domingo?) no me aprovisioné lo suficiente. Estoy tratando de hacer contacto con un grupo de supervivientes para adentrarnos a la ciudad en búsqueda de provisiones y un mejor refugio.
Estamos expuestos acá, y no sabemos con precisión de donde vendrá el próximo ataque. Nada está claro ante este nuevo panorama, no conocemos el alcance de la Pandemia ni como funciona la enfermedad, por ahora el único plan es mantenernos unidos, cuerdos y vivos. Pero tendremos… que adentrarnos a la ciudad… necesitamos más supervivientes, más provisiones, todo está cerrado. Donde está el resto? Espero… tener mejores noticias mañana.