El día antes del cobro, el día antes de mañana…

El día antes del cobro, el día antes de mañana…

Hay un día entre todos los días de un mes que es el peor, que en principio ni se cuenta o considera, pero cuando llega, parece no tener fin, donde miras el reloj a las 8 de la mañana y cuando vuelves a mirar pensando que es el medio día, apenas son las 9. Un día en el que no se es gente, ineludible e inevitable, y por sobretodo… terrible. El día antes del cobro, el día antes de mañana.

Hoy en KeDificil, analizamos los síntomas  que estás padeciendo si estás en el día antes de mañana.

6. La Calle

El tapón de esa mañana es más largo que nunca, y no avanza porque un funcionario está cruzando y pararon el tránsito, hay un AMET, el semáforo está dañado, está lloviendo o se pinchó una tubería de la CAASD. Y lo peor es…

Los limpiavidrios y los haitianitos que parecen stickers pegándose a los vidrios, se dedican más a hacer coro a un lado de la calle que pidiendo, ya hace rato cogieron la seña de que llegó EL día.

Sales de la oficina a las 5 en punto, arrancas para la casa en el mismo medio del tapón aplicando todos los trucos que sólo días y días de tener que lidiar con carros públicos pueden enseñar, andas sin aire acondicionado y procuras violentar toda ley de tránsito existente con tal de llegar a tu casa rápido para no quedarte a mitad de camino sin gasolina, y para mala suerte… doblaste donde no debías y caíste en el mismo medio de un tapón de proporciones épicas, donde determinas que lo mejor es dar rienda suelta a los bocinazos.

5. En el trabajo

La primera cosa que haces al llegar a la oficina es chequear el net banking o llamar al Banco para saber exactamente qué tan grave es el asunto. Sí… es muuuuy grave.

Por la ansiedad, pasillas la oficina mendigando los periódicos, y luego de leértelos todos (dos veces) y quejarte de que aquí solo ponen noticias de políticos, narcos y del Ministro de Economía, el BID y el FMI diciendo que este país ta nítido… te das cuenta que apenas son las 9:30 de la mañana. La angustia sólo está iniciando.

Todo el mundo en tu lugar de trabajo tiene la cara de aburrido y de que está loco por barajar, y no se cansan de decir “ta dura la cosa”. Siempre está dura, pero ese día todo el mundo se asegura de hacer esa redundante observación al menos 3 veces.

A las 4 de la tarde preguntas por enésima vez a tus compañeros de oficina que a qué hora es que acreditan, y de nuevo te dicen cuatro horas distintas indicándote lo que ya sabes, de que nadie tiene idea.

4. Las llamadas.

En el día antes de mañana, rara vez alguien llama para algo bueno. Las únicas cosas que se reciben en el celular ese día son llamadas de números privados y mensajitos SPAM. Los números privados son de los Bancos para que pagues la tarjeta o un prestamista tratando de cobrarte y el SPAM es de la compañía de teléfonos diciéndote que pagues el asunto y evites la suspensión del servicio.

Tu forma de comunicación vía celular se ve reducida a dos métodos: los “beepers” y los “mensajes de pobreza”, esos que dicen “No tengo balance disponible, por favor llámame”. Y solo se usan en casos extremos, como… llamar a tus amigos para ver quién se pone la capa de Superman para rescatarte y brindarte par de jumbos.

3. Los consumos.

Todos los días hay gastos que son ineludibles, como los cigarrillos (si fumas), el alcohol, la comida entre otros. Pero en el día antes de mañana, éstos adquieren características particulares.

Después de pasarte todo el mes almorzando afuera porque “la comida de la cafetería es muy grasosa y mala”, te dejas de ñoñerías y bajas a comer a la cafetería de tu trabajo, porque el bolsillo siempre podrá más que la salud.

Para gastos menores como chicles y cigarrillos tomas unos 5 minutos del extenso día para ubicar todas las moneditas que tengas tiradas en el carro, baúl, bolsillos, sillones y hasta de abusador uno se pone, pagando con monedas que están marrones del óxido.

Pero es la gasolina la importante… ese único galoncito de gasolina que te va a mover por ese mar de carros que navegan cada día las calles de Santo Domingo en el día antes de mañana, ahí es que te lanzas a la aventura. Tratas de pasar la tarjeta de crédito para pagar los $200 pesos de gasolina que echaste, cruzas los dedos para que pase, y si milagrosamente lo hace, hasta le dás un besito a la tarjeta antes de meterla en la cartera.

2. La salidera.

El día antes de mañana, a alguien siempre se le antoja con salir, como si las cosas no estuvieran mal de por sí.

Si es la pareja la que te llama, y entiendes que le has estado sacando los pies demasiado últimamente, le invitas a preparar una cena romántica y a ver películas trancados en la casa porque “hoy como que quiero hacer algo tranquilo y no salir a brincar al medio” ya que hoy, de repente, en oposición a siempre, “está muy peligrosa la calle”. Curiosamente, la calle no es peligrosa para estar saliendo todos los días antes del día antes de mañana.

Si se te apetece un traguito, procuras mandarle “beeper” o “mensaje de pobreza” a cuanta persona encuentres en tu lista de contacto para ver quién es que tiene un “clavo” hecho, con capacidad suficiente de ponerse la capa de Superman y venir a tu rescate, brindándote par de tragos. Cuando en efecto, todos te confirman estar pasando las mismas penurias, procedes arrancar para el colmado o bar más cercano donde te conozcan, para ese día beber fiao y pagarlo mañana (también aplica para el chimi donde eres fijo).

1. Las últimas horas.

La mayoría tiende a barajar las salideras en el día antes de mañana y llegan temprano a su casa para irse a acostar. En el interim se descubren dos cosas, primero el extraño mundo de la televisión local y por cable en hora de happy hour, y segundo, que aparte de puyar tu facebook, leer KeDificil y ver porno, no hay mucho que hacer en Internet, por lo que en lo que te da sueño te pones a leer la wikipedia del Chupacabras y a ver el 4,723er documental sobre el Apocalipsis de History Channel.

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