Cuentos Clásicos Dominicanos III: La Cibaeñita
Este cuento sí que es un verdadero clásico. Existen miles de formas de contarlo, pero la eficacia del cuento está en el dominio que tenga el cuentachistes del dialecto cibaeño.
Ya oigo las mentes de algunos diciéndose por dentro “Oye a este asqueroso, disque ‘Dialecto cibaeño’, como si eso fuese un dialecto!”. Pues ya dialecto o no, el cibaeño es la forma más pintoresca de hablar de nuestro país y tiene sus reglas. La primera es cambiar las letras “l” y “r” intercaladas por un “i” y viceversa. La segunda es hablar en tono de asombro y de ingenuidad. El objetivo del cuento no es burlarse de los cibaeños, pues ya los pobres cibaeños han sufrido bastante con las últimas derrotas de Las Aguilas y el hecho de tener a Hipólito como su habitante más influyente.
Mi versión del cuento es la siguiente (se puede hacer mucho más corta):
La escena es un juicio. De un lado está el juez con su traje de oficio, calvo con bigote gracioso y cara de pocos amigos. Del otro lado está el acusado, un hombre con boca de malapalabra (tener la boca así casi siempre es consecuencia de haberse afeitado el bigote por primera vez), ojos achinados y orejas de yaniqueque, a quien se le acusa de violación a una menor. Por otra parte la víctima, una jovencita cibaeña de pelo bueno (como si al cabello se le pudiese dar una clasificación moral), tez clara y ojos color miel. Frente a ella el abogado acusador (o como se llame esa vaina, fiscal, representante del ministerio público, yo no sé de derecho). A este hombre usted se lo puede imaginar como quiera pero es más efectivo si se hace la imagen de que es Vincho Castillo (por cierto Vincho tiene 3 hijos y los cuales heredaron sus cualidades por partes: uno es abogado, el otro es político y tercero es simplemente un azaroso).
Comienza Vincho (o el acusador) a decirle a juez (trate de hacer los ademanes correspondientes al hacer el cuento):
– ¡Mírele la cara señor juez a esa tierna flor del cibao! Mírela! ¡Mire cuanta inocencia! Sin embargo mire de este lado a este canalla que le robó lo más delicado que ella tenía, Señor!
Se voltea hacia la cibaeñita y le dice:
– Cuénteme doncella, ¿qué hacía usted la tarde del 20 de marzo de este año en aquel río?
– Ah Dio… – responde la joven – yo ‘taba lavando y se apareció ese hombre.
– ¿Y que le hizo, jovencita?
– Vea… ei agarró y se me tiró encima y me dijo “tu va a sei mi mujei”. Y me tiró ai suelo y depué’ se me tiró arriba y me levantó la faida y se sacó su cosa y me la entró por ahí.
Vincho se engurruña e indignado mira al juez y le dice:
– ¿Está usted oyendo señor juez? ¡Este abusador no tiene perdón de Dios!
El juez le pregunta a la joven:
– ¿Y qué hizo usted señorita?
– ¡Ah Dio… Meniaime!
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Ariel Santana – @relsantana
Stand Up Comedian
Colectivo de Comedia «La Guagua»