7 rarezas de ErreDé que no notas… hasta que un extranjero te las comenta
Aunque ciertamente nos quejamos mucho y de muchas cosas sobre nuestro país, la realidad es que solamente nos quejamos de menos del 30% de aquello que no está del todo bien. A estas alturas del juego los dominicanos estamos entumecidos con la mayoría de las cosas realmente bizarras sobre el día a día en el dos tercios de isla, y por lo general no nos llegamos a dar cuenta de sus altos niveles de bizarrismo hasta que alguien que no ha estado expuesto a ellas toda su vida, de repente… lo menciona.
Para una persona cualquiera, viajar por primera vez a otro país con una cultura totalmente distinta a lo que ha vivido en toda su vida es una experiencia verdaderamente impresionante. Desde la temperatura, los olores, los colores del país y las casas, hasta a la forma de caminar, hablar o, en general, interactuar de los habitantes les pueden parecer sumamente curiosos. Para el que vive en un país desarrollado, venir por primera vez a República Dominicana debe ser… como un episodio bien fundido de Espartaco y el Sol Bajo el Mar.
Con tantas cosas ocurriendo al mismo tiempo que para alguien del 1er mundo resultan fantásticas, pero de las cuales nosotros ya estamos curados, es solo natural que a lo largo de una visita cualquiera descubras unas “7 cosas extrañas sobre ErreDé que uno nunca nota… hasta que un extranjero te las comenta”.
7. ¿Qué hace ese hombre colgado de la puerta de ese autobus?
¿Están tratando de brincar? ¿Se le fueron los frenos al bus?
Patrick
En países donde le ponen letreritos de advertencia a las tapitas de los vasitos del café para avisar que pudiera estar caliente, letreritos a los dispensadores de refrescos avisando que sacudir la máquina puede provocar que esta le caiga encima y le cause la muerte, o letreritos hasta a los carritos de supermercado avisando de no montar a su hijo en la parte de abajo para que no se caiga y se parta la boca; nunca se han imaginado la existencia de gente lo suficientemente suicida/psicópata como para poner letreritos en sus autobuses para que la gente no abra la puerta y se “reguinde” del borde a cobrar pasajes, echar vainas a conductores y peatones y brincar del mismo para montar más gente, con el asunto surcando velocidades inauditas en medio de una autopista… en ErreDé…
Como uno ya soltó en banda a esos locos, y los tiene como ahí… a una esquinita del paisaje… no comprendemos que cuando alguien desde afuera entra a la selva, la imagen de ese superhombre brincando de vehículos en movimiento, dirigiendo el tránsito, golpeando el carrito que con su dinerito de turista alquiló para que se “eche para’llá” o que lo deje “doblar ahí di’un pronto”, para ellos eso es como un equivalente de la vida real a…
6. Anoche en el hotel estaba viendo un programa local como “Cops”…
… y era muy gráfico, presentaron cómo apuñaleaban a alguien y luego cómo le disparaban a otro, y enseñaban todo con la sangre. ¿Cómo se llama ese programa?
Patrick
Por lo general, muchos dominicanos (que están expuestos a la televisión por cable y a las películas) se imaginan que en los países desarrollados la vida se mueve de forma muy agitada. La gente escondiéndose de los Yakuzas japoneses, evitando meterse en un barrio de negros, los niños disparándose en las escuelas todos los días, los latinos armando guerrillas en las calles y Chuck Norris repartiendo patadas a transeuntes al azar con el fin de acabar con la criminalidad. Lo que muchos no se imaginan es que para la inmensa mayoría de las personas que viven en esos países, la mayor emoción que llegan a tener en sus vidas es echarle una pizca de vodka al fruit punch en su fiesta de graduación, perder su virginidad, ir a una fiesta temática de Star Wars y…
Aún en el país más violento del mundo desarrollado, Estados Unidos, se reportan apenas unos 6 asesinatos por cada 100,000 habitantes, lo que es una novatada al lado de los 25 por cada 100,000 que llevamos en Dominican’t Republic o los 71 por cada 100,000 de El Salvador. Y como ya por aquí tenemos tigueres con las tripas afuera pidiendo en las calles y gente con celulares grabándolo, y eso de pudor, respeto a los muertos o el simple sentido común de no poner asquerosidades en la televisión, los productores de los canales locales se lo pasaron por donde no brilla el sol… ver la televisión local dominicana para alguien acostumbrado a que la noticia más intrigante del día sea el estado del tiempo, es como ver una corrida inacabable de…
5. Y en ese tipo de vehículos se montan hasta tres personas, ¿cierto?
Eeeeeh… a veces un poquito más…
Patrick
Naturalmente en la era de la televisión y el Internet de una forma u otra es posible que todo el mundo sepa algo de todo el mundo. Y obviamente, una de las cosas más llamativas sobre países desde Uzbekistán hasta República Dominicana es el curioso trato que otorgamos a nuestros variados, y particularmente sufridos, sistemas de transporte.
Así que cuando la gente desarrollada llega a la jungla y se topan con el mar de motores como los que solo habían visto en 4chan, Reddit o 9gag, ya ellos se imaginan lo peor… tres personas montadas arriba de ellos. Lo que lamentablemente nunca explica una imagen es que nosotros ya estamos tan aburridos de eso que ni nos molestamos en andar cámara en mano para capturar cada salvajada que ocurre arriba de un motor, y la realidad es que estamos tan entumecidos con ese espectáculo, que ni siquiera nos percatamos que está pasando sino hasta que tenemos que hacer maniobras para no llevarnos al malabarista en dos ruedas que está apunto de rayarnos el vehículo… y es que lo que pasa cuando lamentablemente no aparece una cámara…
4. ¿Por qué haces eso como… “beep, beep”… al carro que está en frente?
Eeeeeeh… para avisarle que me voy a meter…
Contrario a lo que algunos puedan creer, en los países desarrollados dar un bocinazo es un momento verdaderamente extraordinario. Incluso en las grandes ciudades, una de las cosas más llamativas para cualquiera acostumbrado al salvajismo caribeño es el silencio espeluznante de millones de personas hablando bajito y no dándose bocinazos los unos a los otros. Y es que en realidad por allá se entiende que un bocinazo es reservado para situaciones muy extrañas, ya que ese escándalo se ve como un acto injustificado de violencia.
En República Dominicana, en cambio, saber dar bocinazos luce tan esencial como tomar agua, y en efecto, por su uso contínuo, hemos desarrollado todo un lenguaje complejo que haría sonrojar a los egipcios y sus jeroglíficos. Por ejemplo: si estás en un semáforo y escuchas un “beeeeep” de 2 segundos significa “muévete y pon atención a lo que estás haciendo (insertar malapalabra aquí)”, si vas de noche en calles secundarias y escuchas “beep, beep” significa “frena, que voy a cruzar”, si planeas doblar en un cruce y el carro directamente en frente de ti hace “beep, beep” eso significa “aguántate que me voy a meter”, y el “beep, beep, beep, beeeeep” significa “avanza (malapalabra) que me estoy cagando!”.
Le damos tanta importancia al arte del buen bocinazo que hay que gente que invierte dinero en personalizar el sonido de sus bocinas, y ahora cuando se escucha un “puiuiuiui” sabemos que significa “Quítate, que mi carro es tan destartalado que me importaría un carajo chocarte para que tengas que lidiar con el seguro que no tengo”, y conocemos a aquellos que van un paso más allá y cambian sus bocinas aburridas a sonidos fidedignos de alarmas sonoras originalmente destinadas para ambulancias, camiones de bomberos y patrullas policiales, por lo que hoy sabemos que el “Cank! Cank! Uiiiiiiiuuuuu” significa:
«Ja, ja! Yo soy un grandísimo #$%&! sin ningún tipo de consideración por aquellos que arriesgan su propiedad y sus vidas tratando de abrir espacio para casos de emergencia como una ambulancia o los bomberos; mírenme cómo cruzo a sus lados en mi yipeta de chopos, demostrando que grandísimo chopazo soy y cómo la piscina genética de la humanidad mejoraría un poquito más si me voy con todo y yipeta por el malecón hacia el Mar Caribe para que me coman los tiburones, debiendo ser apenas las rémoras las que puedan alimentarse de mis minúsculos testículos que se deslizarían de entre las mandíbulas del tiburón como triste bolita de carne molida de un burrito de Taco Bell».
3. En este país hay tantas antenas
… y no sé, me hace sentir incómodo.
Patrick
Recuerdo cuando escuché ese comentario por primera vez en mi vida. Estaba a la tímida altura de un segundo piso, momento en el cual el extranjero externó con profunda preocupación su inquietud, no reparé mucho en el comentario, me paré de mi silla, y como sabio conocedor de todas aquellas cosas que no tienen sentido en la República Dominicana erguí mi pecho para responder y dije: “Ah sí las antenas! Esas son para…”, miré hacia el horizonte, “No sé para que coños son todas esas antenas”.
En nuestro país a cada edificación que se levanta más allá de la impresionante altura de dos pisos se le engancha una antena más grande que el mismo edificio. Y no quiero imaginarme que son para repetir señales de telecomunicaciones porque eso nos haría el país más imbécil y derrochador en la historia de las telecomunicaciones, aunque ciertamente explicaría porqué se le meten señales de radio hasta en los microondas a uno…
Tengo mis reservas de que sean útiles en la noche con sus señales lumínicas para los aviones, porque imagino que el menor de los problemas para un avión volando a la altitud de los edificios de la ciudad de Santo Domingo sea llevarse una antena.
Por lo que la única explicación con sentido para las antenas que adornan el horizonte de nuestra ciudad, es que los dominicanos las usamos para comunicarnos con los extraterrestres.
2. ¡¿Cómo tú viste ese motorista?! ¡Ni siquiera tenía luces!
El manejar en los países desarrollados es toda una experiencia, la seguridad en las carreteras es alta, hay mucha iluminación, el asfalto está en buen estado y más importante aún, los que se ponen de sabrosos a estar de salvajes, sin luces, haciendo malabares y estupideces, son minoría por temor a que los agarre un trooper y les barajen la licencia hasta que estén tan viejos que no controlen sus esfínteres y tengan que usar pampers… En ErreDé:
Sin embargo, que el país esté lleno de locos, psicópatas, suicidas que echan carreras sin luces, manejando motores sin cascos, cruzando calles contando con su caja toráxica como carrocería y en general, haciendo cosas sin sentido que de acuerdo con nuestras leyes implicarían cárcel no para el estúpido que lo hace, sino para el infeliz que terminó con un motorista adornando su parabrisas… no significa que nos tengamos que quedar trancados todo el mundo en su casa.
Y con el tiempo nos hemos adoptado a la ley de la jungla, y hemos desarrollado supersentidos que aún totalmente alcoholizados funcionan a la perfección, podemos detectar siluetas en medio de la oscuridad, oir el triste quejido del motor de, bueno, un motor y oler el apestoso humo de un escape aunque estemos cruzando al lado de un chimi, como mecanismo de defensa. Por lo que hoy, cruzar la autopista por los lados de Boca Chica en plena noche de un fin de semana y lloviendo, con motores, camiones, camionetas, biciletas y gente a pie cruzando por ahí como quien trota una mañana cualquiera en el Botánico… lo que en algunas culturas se considera un deporte extremo… el extranjero termina quedándose así:
1. Allí hay un tipo con una cachucha y una escopeta
¿No deberíamos… ¿correr?
Patrick
Para ser una palabra derivada del inglés, es curioso que no exista ningún oficio dentro de los países angloparlantes que se llame “watchman”, salvo que estes en un comic y lleves colgando un pene azul. Allá, en cambio, tienen los security teams, los security guards, entre otras múltiples formas de servicio de seguridad privada ninguna de las cuales implica llevar un arma de fuego en un sitio donde se reunan muchas personas y mucho menos una escopeta.
Por lo que es sólo natural que para los habituados a vivir en los países desarrollados, un tipo con una cachucha, sudado, con la camisa desabotonada al punto que se le vea la camisilla, con una barba de descuide y blandiendo una escopeta en medio de una multitud se parezca más a esto…
Que a esto.
Y es poco probable que allá, contrario aquí, se haga toda una balada de sobre como “Mi Guachimán me salvó”, porque loco… ni Whitney Houston.
Deseamos dar un agradecimiento especial a Patrick Fennell, quien pudiera decirse es el casi-autor de esta publicación con sus muy oportunas preguntas. ¡Gracias Patrick, esperamos que vuelvas pronto!